Hola de nuevo, seres libertinos. Hoy os vamos a explicar cómo cocinar nuestras pastas para sacarles el mejor partido.
Encended los fogones, poneos los delantales, y apagad el teléfono con línea directa a la ONU que es hora de lo importante: es hora de comer.
Empezamos preparando la salsa o aliño que queramos utilizar y calentamos el agua. Cuando el acompañamiento esté a punto y el agua caliente, echaremos un poco de sal y, sin añadirles un traje de baño, zambulliremos a nuestras pastas.
Tras dos o tres minutos, que dependerán de la pasta que vayamos a cocinar, las sacamos del agua.
¡Cuidado, viajeros libertinos! Aquí nuestro camino se bifurca.
Si la pasta es simple, como los tagliatelle o las conchas, utilizaremos un escurridor.
Consejo: Guardaos un poco del agua donde la habéis cocinado y, si lo necesitáis más adelante, podréis rectificar la salsa sin perder nada de sabor.
Si la pasta es rellena, como los raviolis, la pescaremos con una espumadera, echándola en el recipiente donde tengamos la salsa.
Otro consejo: Si, justo antes de emplatar, le dais un golpe de calor a ese recipiente con los raviolis y la salsa, ganaréis una estrella Michelín. O dos. O ninguna, pero nos lo agradeceréis.
Y con esto termina nuestro…
Venga, ya que estamos, ¿queréis pasar a un nivel desconocido? Pues atentos a tres secretos que nunca han salido fuera del Gran Concilio Mundial de Cocineros. No han salido nunca porque han matado a todos los que se han atrevido a divulgarlos. O quizá porque no existe ese Gran Concilio. Nunca sabremos la respuesta.
En todo caso, el primer secreto es cocinarlas en la propia salsa o caldo que vayamos a utilizar, potenciando así el sabor de nuestras pastas. Tened en cuenta que la salsa debe ser ligera y sin mucha grasa, evitando las que estén hechas a base de nata o mantequilla.
El segundo gran secreto es cocer nuestros raviolis en una vaporera, donde los colocaremos sin amontonar y untando con un poco de aceite. Cuando los tengamos hechos, al recipiente con la salsa, golpe de calor, y al plato.
Por último, el tercer secreto, el más secreto de todos, es seguir siempre unos pasos básicos: respetar el tiempo de cocción; no refrescar nunca con agua fría; y, sin que pierda su calor, emplatarla, echarle la salsa, y comerla a uno, dos, o quince carrillos. Esto último ya depende de lo finos que seáis.
Y con esto termina nuestro… Sí, ahora, sí que termina nuestro artículo de hoy. Como siempre, os invitamos a que compartáis vuestras recetas en nuestras redes sociales o, si os animáis, también nos las enviéis por telepatía.
Buen provecho, seres libertinos.