Cariño, mi amor, te haré versos empalagosos, pero muy empalagosos. Y habrá mucho de exageración hiperbólica, mucho de surrealismo patafísico, pero también habrá, al menos, una pizca de verdad.
Aunque esa pizca será muchas veces del tamaño de una locomotora.
Construiré odas al azúcar más estomagante, con los ripios más falsificados fotocopiados de todas las culturas que ha habido en esta vida.
Amor, vida mía, cachito de cielo hecho persona, declaración universal de los derechos amorosos puesta a mi lado, cosita mía, cariño.
Más y más, más y más granos de azúcar hasta llenar el azucarero, el salero, el horno microondas, la sede parlamentaria, los desiertos de Marte.
Y en Marte, como dice el dicho, amarte.
Te escribiré versos empalagosos y serán muy, pero que muy empalagosos.