Tú eras mi faraona de tiempos antiguos, viejos, engrisecidos, y ahora vienes a rescatarme vestida como una Indiana del mundo de la esperanza.
Vienes a rescatarme, a sacarme de mi tumba en la que me enterraste. Cuando los puñales, las cuchillas, las sierras mecánicas salieron de tu boca y de tus actos, rajando todo el amor que sentía por ti.
Me puse vendas en mi alma, en mi cuerpo. Puse vendas y vendas en mi alma intentando cortar la hemorragia que desangraba mi lucidez llevándome a la locura.
Y otros faraones se copiaron, y se cubrieron con vendas, y se construyeron pirámides del dolor para enterrarse en tumbas de la agonía.
Así llenaron los desiertos.
Así llenaron los desiertos en los que he vivido sin ti desesperando.
Esperando.
Esperando.
Esperando hasta ahora que abres el sarcófago y me encuentras con el amor tajado, amortajado me encuentro yo.
Has abierto el sarcófago, y ahora vienes a rescatarme vestida con tejidos trenzados de palabras de esperanza.
Y yo te he esperado, como siempre he seguido esperándote.