Te he hecho un castillo, mi amor. Un castillo donde viviremos tú y yo, juntos.
Un castillo, cariño, un castillo.
Lo que me ha costado, cariño.
Con sus fosos, con sus murallas. Le he puesto unas almenas que, para qué decir lo contrario, ¡vaya con las almenas! También tiene sus mazmorras, sus condenados último modelo, sus ratas certificadas perfectamente rabiosas.
Fantasmas no quedaban en la tienda; en principio, me encargaré yo. Que sí, que sé que es algo básico en un castillo. Mi vida, estamos en lista de espera para conseguir uno y no uno cualquiera: La sábana de ese fantasma combinará con los visillos.
Por ahora, te prometo que, todas las noches después de cenar, me pondré el mantel y unas cadenas. Creo que lo haré bien: Llevo un par de meses recibiendo clases de cómo ser un fantasma en los negocios. Y, en confianza, supongo que lo de fantasma será lo mismo en la vida o en un castillo.
Amor, mi tesoro, tú y yo tenemos ya nuestro castillo, nuestro castillo para vivir juntos, mi amor.