Porque llevo tatuado tu rostro.
En el pecho, al lado de mi corazón, que es éste que me has prestado. Los pelos de mi herácleo tórax forman una melena que me recuerda a la tuya, mi amor. Y para cuidarla le echo el mismo champú y la misma mascarilla que utilizas para proteger y vitaminar tus rizos, mi amor.
Porque llevo tatuado tu nombre.
En la espalda, en letras chinas que no son letras, pero que yo las llamo letras chinas. Sí, hay tontos que se confunden y, al verlas, me preguntan por qué llevo tatuado el menú del restaurante “Los Nuevos Pétalos del Xanadú”. ¿Qué sabrán ellos de letras chinas? ¿Qué sabrán ellos de lo que siento por ti, mi amor?
Porque llevo tatuado los números que hacen de ti lo que eres.
En la pantorrilla izquierda, tu número de zapato; en la pantorrilla derecha, tu número de identificación fiscal. Y en cada una de las muñecas, y en cada una de ellas, las dioptrías de los ojos más bonitos que haya visto en mi vida, mi amor.
Porque llevo tatuado todo mi cuerpo con partes de ti para que siempre estemos juntos los dos.