Iré al zoo porque allí viven los osos. Y viven allí porque son los dueños.
Me recibirá el gran oso Cariñ dándome un gran abrazo de gran oso y me dejará un poco sin aire, un poco cianótico. Me dirá que les encanta que vuelva a casa, que siempre tendré un sitio para mí… y para quien quiera llevar conmigo.
El entrañable oso Amor me contará que están preparando una serie sobre él, sus hermanos y una osita de la que se ha enamorado. Por supuesto, me haré fan definitivo de él, de la osita y de la serie.
Oso Herm me explicará otro nuevo potingue para ser aún más herm. Lo logrará combinando el marrón oso, el negro oso y el blanco oso; mezclando la esencia del polo norte, de los valles del Pirineo, de las llanuras infinitas cubiertas de bambú. Le pediré que me guarde unos cuantos botes.
El cuentista oso Fabul me leerá una de sus historias de robots, una historia de esas que empiezan así:
Hubo una vez un roboto que, escribiendo sobre osos, escribió sobre sí mismo.
Y viviré tanto su historia que parecerá que es la mía, que es mi libro, que es mi vida.
Los osos Apest, Espant y Horror me harán ir a sus despachos. Apest me volverá a hablar de su pasión por los calcetines sudados; Espant por las películas de miedo; y Horror por las películas de miedo sobre calcetines sudados. Que están montando un emporio de la asquer-osidad y si quiero ser su socio.
Todo me parecerá esplendor-oso.
Todo me parecerá muy bien, genial, fetén.
Pero no habré ido por eso.
Antes de marcharme, antes de volver a mi otra casa, visitaré a los tres hermanos Pat, Past, y Pastel. Sí, esos que regentan una panadería, esos que hacen sus fam-osos lamines. Y me alegrará verlos, y me alegrará comprar unos cuantos kilos.
Iré al zoo porque allí viven los osos, porque allí viven unos osos que hacen tus lamines favoritos, tus tirabuzones de fresa y chocolate, mi amor-osa amor.