Con la camiseta amarilla, el pantalón azul, el 1 a su espalda. Se levanta sobre sus torres que protegen mi tierra, mi planeta, que forman una muralla junto a sus guantes para detener los meteoritos que el universo me lanza, despejados de puños o con un escorzo que culmina en el último centímetro de sus botas.
Con la camiseta amarilla, el pantalón azul, el 1 a su espalda. Dirige a su defensa para que no pase nadie y menos nadie con un balón, aunque esté dormido en un tren que lo lleva a una ciudad lejana, aunque esté visitando a unos familiares condenados a varias muertes, aunque trabaje de niño en una cerámica.
Con la camiseta amarilla, el pantalón azul, el 1 a su espalda. Sonríe ante todos los que marcamos goles en la bondad sin ser buenos más que por parecer ser buenos, porque es nuestro amo quien lo ordena; sonríe porque sabe que la realidad es esperpento empaquetado en nobles ideas y nobles palabras.
Con la camiseta amarilla, el pantalón azul, el 1 a su espalda.