No quiero volver a pensar en ello, pero es lo único que me queda ahora. Nada más. Nada más que recuerdos que me hacen llorar aunque no los quiera evitar, aunque no los quiera olvidar. Recuerdo subir una y otra vez las escaleras de un hospital para encontrar algo que no quería encontrar, pero que cuando deje de encontrar, eché de menos. De una manera egoísta, eché de menos. Aunque odiase subir las escaleras para encontrarme con lo que me iba a encontrar, echo de menos esas escaleras. Coger el autobús, remontar las calles hasta llegar al hospital y subir las escaleras.
Subir las escaleras, estar, estar, estar, pulsar el interfono para llamar, por última vez y con más entereza de la esperada, a control:
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