Los maniquís están con las palmas paralelas al suelo, estiradas, dispuestos en formación. En un momento iniciarán el despegue.
Los clientes mirarán asombrados a la nueva fuerza aérea de la moda. Volarán por encima de nosotros para mostrarnos lo que es correcto llevar: Ya no habrá mangas que se quedan cortas, habrá mangas francesas; ya no irás como un pordiosero con tus camisetas rotas, tus pantalones rotos, tus bolsillos rotos porque serás el último grito de lo cuqui.
Están con sus palmas paralelas al suelo esperando a que alguien diga la cuenta atrás.
Impulsados con su arte nos mostrarán que esa ropa deportiva horrorosa que guardabas de tu adolescencia es ahora lo más molón; y no importará que, sólo hace dos semanas, esos mismos maniquís voladores se burlasen del poco gusto de esa ropa de tirado, que llamasen a reciclarla para evitar la contaminación estética. Da igual porque, de verdad de la buena, ahora es lo más.
Los maniquís voladores ponen sus manos paralelas preparándose para el despegue.