Un acertijo de un libro de acertijos busca en mí una explicación que le permita solucionar un acertijo.
–No, digo que no sé dónde está tu explicación. En verdad te digo que no sé dónde encontrarás esa explicación, dónde encontrarás explicación a todas las explicaciones que te deben. No lo sé. Opina lo que consideres que tienes que opinar: de lo que hago o hice; de lo que digo o dije; de mis respuestas o silencios a tus preguntas; de lo que consideres que tengas que considerar. No me burlo de ti, aunque lo pueda parecer a alguien que piense mal para acertar. De verdad, no me burlo, pero no te puedo dar mucha más contestación que ésta. Intento ser tan sincero contigo como soy capaz de serlo conmigo mismo.
Ad hoc, se añade en el acertijo un corolario tan enrevesado y malicioso como es “Excusatio non petita…”. Da igual lo que yo diga o haga pues, para el acertijo, no habrá contestación adecuada hasta que se haya hecho justicia, hasta que el demiurgo de sus pasiones quede empachado y victorioso con su dosis de endorfinas morales, hasta que el demiurgo de sus acciones maquine la búsqueda de otra explicación que, sin haberse dado cuenta antes, se le debe.