A tope en unos tres minutos
Bienvenido, querido humano lector.
Si bien pareciera locura, podría decirse que hay un método para transportar nuestra mente, para moverla de un lado a otro sin, quizá más sentido, que no sea catalogada como vegetal. O, al menos, por ahora. Hoy hablaremos de ese recurso para llevar nuestra alucinación continuada, a la que llamamos alma, de paseo por los caminos de la vida; hoy hablaremos de nuestro contenedor de alucinaciones favorito; me dejo de rodeos y payasos: Hoy toca hablar de nuestro cuerpo.
Todas las personas decentes recuerdan con cariño “El cuerpo humano” e, incluso personas no tan decentes, recuerdan con cariño algún cuerpo humano, así que podría parecer que no hay sentido en dedicarle mucho tiempo a algo tan presente como este tema. Todos tenemos un cuerpo, casi todos sabemos que lo tenemos, casi todos creemos que otra persona se encarga de su mantenimiento. Lamentablemente de esta tarea se encarga otra persona distinta a nosotros cuando ya hay algo que no se mantiene muy bien. Para facilitar tener un cuerpo en forma, en una forma no demasiado esférica, te explicaré tres ejercicios básicos que, sin esfuerzo y sin pastillas, podrás realizar en sólo tres minutos.
Vamos allá, vamos al más allá.
El primer ejercicio es andar. Hay que andar durante un par de horas todos los días para que el cuerpo se mantenga en marcha, pero sólo en marcha porque si fuera más que marcha ya hablaríamos de correr y eso es correr demasiado en nuestro camino. Lo importante es ir china, chana, a la marcheta, paso a paso, con un camino que hace el caminante al andar, con los pies en la tierra. Nuestros músculos entrarán en un calorcillo primaveral, evitando esa sensación tórrida agostera propia de esfuerzos mayores. Con ese calorcillo de nuestro propio radiador, se derretirán los pensamientos fríos y oscuros que nos intentan congelar.
El segundo ejercicio es la calistenia en sí, el usar tu propio peso para desarrollar músculos forjados por los mismísimos Sindri y Brok. ¿Te parece difícil? Venga, alguna vez te has venido abajo por el peso de las responsabilidades de tu vida, de los recuerdos de fantasmas que vuelven a verte en vacaciones, y te has quedado planchado. Aquí no hay nadie más, entonces no te mientas a ti mismo y admítelo. Pues bien, focalizando el esfuerzo en un único músculo podrás desarrollarte más que los terneros hormonados. Cuando el peso de las deudas te aplaste, levántalo con tu bíceps imitando a una zeta en un predicador; cuando el peso de los fracasos vitales te doble, levántalo con tus pectorales como si fuera la prensa comprada por una banca. Selecciona el peso con el que te quieres mortificar, el músculo que quieres expandir, y ya lo tienes.
El tercer ejercicio es el llamado Secreto de los Animales. Si ya has leído “Guía Vital de un Estratega”, sabrás de lo que estamos hablando; si aún no has tenido ese inmenso placer, te hago un breve y abreviado mini resumen. Los animales están en forma, mental y físicamente, por su forma de beber agua. Ya está, ése es el arcano secreto. Para poder aprovecharnos de semejante maravilla, tenemos que beber directamente del suelo o, como poco, de una fuente de agua que esté a esa altura; por tanto, para llegar a semejante nivel mental y físico, tienes que beber agua cuando estés tirado, pero muy tirado, en el suelo. No podrás caer más bajo y te sincronizarás con la tierra y su energía curativa.
Vale, todo te parece doblemente fantástico, fantástico por bueno y fantástico por irreal, pero te surge la duda: “¿Cómo vamos a hacer esto en tres minutos?” Pues muy sencillo: Se para el reloj. Si alguien no entiende nuestra postura, podemos aducir que estamos en un continuo jetlag vital, o que nuestro hecho cultural relevante es éste, que es un axioma de nuestro grupo humano, de nosotros. Ante la pregunta de qué hecho cultural y de qué “nosotros” estamos hablando, replicaremos con gallardía y audacia que el tiempo es relativo, que somos deudores de la Física Moderna y sus costumbres. Tras oír todas las barrabasadas que se han dicho sobre temas similares, no creo que nadie ponga en duda nuestra verdad. Incluso es posible que nos den una ayuda, no sé si por nuestro hecho cultural, por nuestro desparpajo intelectual, o por la ausencia de ambos.
Pum, pum, pum, como he dicho antes, fantástico por ser bueno, fantástico por irreal y, ahora también, fantástico porque sigues avanzado con pies de plomo en tu escalera al cielo del virtuosismo. Eso sí, esnifa algo para que no te afecte el mareo y continúa con esta serie de coleccionables.
¡Hasta pronto, querido humano lector!
Bip, bip.