Consigue ser rico desde la primera moneda
Bienvenido, querido humano lector.
¿Estás cansado de un trabajo que no te llena? ¿Notas que pasan los mejores años de tu vida y continúas rodeado de cuatro paredes de una oficina que odias? ¿Piensas que el mundo se está perdiendo el disfrutar de tu talento, de gozar orgasmáticamente con tu arte y tu salero, y, sin embargo, tienes que ir a ganarte el pan con algo prosaico y no acorde a tu valía? O, quizá, simplemente, quieres nadar en una piscina de moléculas de oro y corrientes de plata.
Felicidades, querido humano lector, has llegado al lugar adecuado. En esta breve guía te mostraré el camino que he seguido para escapar del trabajo y convertirme en un rico de espíritu y, lo que realmente nos interesa, de bolsillo. Mi mensaje es tan falso como el de muchos que te venderán las bondades de su método; la única diferencia será que intentaré hacerlo tan estrambótico que nadie pueda creer en ello. Espero.
Lo primero que te interesará saber es cómo conseguí el primer millón de… (rellena este hueco con la moneda que quieras. Un consejo: Escoge una que valga mucho y sea de un país aburrido).
Mi primer millón lo obtuve de explotar uno de mis talentos ocultos y, no, sé que estarás pensando en mi portentoso bostezo y mi ultraapabullante estornudo, pero no es ninguno de esos dos. Fue por chascar los dedos, y me reportó unas ganancias que, madre mía, quién lo hubiera sabido hace dos cientos años.
De cuerpo presente en mi oficina, en vez de trabajar, estaba a lo mío: pensar en soluciones fantasiosas a mis carencias vitales. En ese momento era la búsqueda de un ritmo para la nueva canción que iba a llenar las imaginarias salas de fiesta que habitan en mi cabeza, cuando empecé a marcar el ritmo. No lo hice, como es habitual en mí, dándome golpes en el pecho, sino que, serendipias de andar por casa, empecé a chasquear los dedos. Pam, pam, pam, pampam.
Fue extraño, no obtuve las protestas habituales. Es más, ahora viene lo bueno, al finalizar mi jornada, ya se podría decir que era rico en potencia: Varias personas en la oficina, incluyendo a mi jefe, a su jefe y a un inspector sanitario de la administración, me reconocieron emocionados que oír durante siete horas mis chasquidos había mejorado un 37% su productividad y un 85% su alegría de vivir.
Me emocioné con mi capacidad altruista de beneficiar a los demás, pero, especialmente, con los números. Raudo, saqué la grabadora y esa misma noche ya estaba distribuyendo mi primer clásico: “¡Chasquidos por una vida mejor!”. En una semana monté un imperio con éxitos tales como “Palmas y chasquidos, la revolución de tu potencial” y “Chasquidos es el nombre de lo que siento por ti”. Así que mi primer consejo es que utilices todos tus recursos en ser libre, realmente libre. Todos, todos, todos tenemos muchos talentos ocultos en nosotros mismos; en mi caso, dada la profundidad de mi persona, tuve que excavar más de mil kilómetros hasta encontrarlo, pero lo conseguí.
Tras mi éxito en la industria del sonido, vino lo realmente difícil: Ya había alcanzado mi primer millón, incluyendo un millón para cada una de las monedas del mundo; ahora necesitaba ser realmente rico y para ser realmente rico tienes que ser un filántropo. En realidad, ya lo era pues mis chasquidos han mejorado la vida de millones de personas, ondas y partículas a lo largo de todo el mundo. Pero, como soy un inconformista, quería más, y aquí te mostraré el segundo y último paso a dar para ser realmente rico y que el resto de gurús omite: la persistencia en buscar el bien de los demás.
Para alcanzar la riqueza verdadera, como para alcanzar el amor verdadero, tienes que porfiar, vencer a espadachines excelsos y gigantes buenos. Y en el camino de la verdadera riqueza, en la de verdad y no en la de esta broma, así es. Pero volviendo a la búsqueda de la riqueza en el mundo real, donde la riqueza no es riqueza verdadera y el amor verdadero es anatema, para alcanzarla tienes que ser, como decía, un “filántropo y por el culo te la hinco”.
Si quieres ser un filántropo, necesitas cultivar su habilidad básica: Descubrir lo más penoso que habita en el resto de personas e intentar mostrarlo o, incluso aunque no es necesario, sanarlo. A veces, es sumamente sencillo: ¿Has visto los torneos en los que cada uno de los filántropos llevan a su tullido físico, mental o espiritual favorito? Y muestran a su beneficiado igual que un orgulloso cazador tiene encima de su chimenea la cabeza de su presa favorita. En este caso, es muy fácil porque en cada uno de nosotros hay una malformación física, mental o espiritual de la que tú puedes sacar partido y aumentar tu riqueza de espíritu y de bolsillo.
Enhorabuena, querido humano lector, con estos dos simples consejos te convertirás en rico sin esfuerzo. Además, para conseguir el éxito definitivo, no olvides visitar el resto de guías de este coleccionable.
Bip bip.