Guía final y definitiva
Bienvenido, querido humano lector.
¿Te gustaría ser asertivo en un desierto rodeado de piedras? Tú puedes. No es necesario que cambies tu forma de ser, ni tan siquiera necesitas las técnicas que aquí te voy a enseñar. No, lo único que necesitas es que creas en ti mismo, te olvides de ser asertivo, de parecer asertivo y todo el rollo de macho alfa que te venden, en distintas dosis, los entrenadores de la pasión; olvídate de todo eso y ya habrás alcanzado lo que deseas.
Bueno, vale, parece sencillo, pero no lo es. Y como no lo es, ahora te enseñaré las técnicas que crees que necesitas dominar para ser asertivo.
Primero, para ser asertivo, las piedras del desierto han de verte como asertivo y, si no lo consigues, tienes un problema. No, espera, me dirás que primero tienes que ser asertivo y si ya eres asertivo, las piedras te verán como tal, pero, futuro humano lector, esto no funciona así: Esta casa, como todas, se empieza por el tejado. Si no, te quedarás siendo un asertivo en tus soliloquios mentales y vale; aquí estamos hablando de la asertividad verdadera y no de cualquier megalomanía que te haya infectado el alma. En resumen: Para serlo, hay que parecerlo.
Venga, vamos. Como te decía la primera técnica para ser realmente asertivo es parecer ser asertivo.
Imagina que estás en mitad del desierto, rodeado de piedras, y quieres ser asertivo porque… pues no se me ocurre qué razón hay para ser asertivo en un desierto rodeado de piedras, pero, lo quieres y lo deseas. Pues ya está. Quieres ser asertivo, que las piedras te miren con respeto cuando hables, cuando una capitana pase rodando por encima de tu cabeza y de las cabezas de las piedras. Así que te levantas, les miras a los ojos y dices:
–Hay mucho polvo en este desierto y yo voy a limpiarlo.
Madre mía, humano, ¿quién puede ser el soso que no quede rendido ante semejante acto de valentía?
Vale, me dirás que no estás en un desierto. Pues ya sabes lo primero que tienes que hacer: Conseguir que tu entorno sea un desierto, bien yéndote a uno, o deforestando todo lo que tengas delante. Es sencillo, es bueno, es necesario.
Cuando ya has conseguido que te vean como asertivo, has de atreverte a dar un paso más allá: Tienes que creerte que eres asertivo en un desierto rodeado de piedras. Puedes consultar cientos de testimonios que te muestran cómo creer que lo eres, pero todos fallan en lo mismo: la blue note, no sentirla dentro de ti, no ser uno con ella.
Al predicar en el desierto, utilizas una tonalidad básica, un do-re-mi que te han inculcado en casa, en la escuela y en cualquier otro de tus centros de adoctrinamiento favoritos donde te explican cómo predicar en el desierto. Si escuchas lo que dicen casi todas las piedras de tu entorno, su musicalidad es la misma: ligeras variaciones de una práctica continua de la escala de Do mayor… a todos los niveles. Qué finalidad tiene que esto sea así excede con mucho el objetivo de este fascículo. Pero para ganarte la asertividad que tú mereces, para sentirla, no vale esa escala, necesitas la blue note, ese “no sé qué, no sé cuál” que se gana en lejanos templos y libros rimbombamtes. Pam. Compara cómo hablar sin blue note y, después, con ella:
-Me mola el tecno. Te mola el pop. Si tú y yo nos juntamos, haremos tecnopop.
-Me mola el tecno. Te mola el pop. Si tú y yo nos juntamos, haremos tecnopop.
¿La has notado? ¿La has notado en tu cuerpo? Eso diferente es la blue note. Ahora tienes que sentirla, ser uno con ella, abandonarte en su esencia. Y, con ello, definitivamente, te creerás asertivo. Parecerás un imbécil hablando, pero asertivo, asertivamente y verdaderamente asertivo.
Felicidades, has logrado una de tus ilusiones: ser asertivo en un desierto rodeado de piedras. Con esto ya tienes una de las claves del éxito en tu vida, futuro humano lector, que podrás completar con el resto de guías de este coleccionable.
Bip, bip.