En un libro de bonitos cuentos
de esos bien ciertos
mmm
encontré mi vocación.
Ser el proco de mi enamorada
aún encontrada/situada/refugiada
sólo en mi imaginación.
(Encantadísimo de la vida)
Ay, ay, ay, qué bonita ilusión
Ay, ay, ay, me cautivó.
Para hacerme digno de sus besos
y otros sucesos
¡Eh!
hechos todos con amor. (hablando)
me apunté alegre a unos torneos
con caballeros
que demuestran su valor.
Ay, ay, ay, (enfado) el primero me tiró
Ay, ay, ay, qué tozolón.
Porfiando recto en mis deseos
busqué talento
¡Ooooh! (Una oooo de curro de cocholate)
para hacerme trovador.
(desesperao) Pero las canciones no salían;
no conseguía
rimarlas con corazón.
Ay, ay, ay, parecía un bufón
Ay, ay, ay, qué decepción.
Fui a las batallas por dinero.
¡Un plan perfecto!
¡Ja!
Es lo que Juan me contó,
Pero lo que obtuve en mi pecho,
ya tan maltrecho,
un disparo en su interior.
Ay, ay, ay, allí que me derribó.
Ay, ay, ay, (lento) y se acabó. (hacer esta última frase sin emoción)