-Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?
Cicerón estaba hablando en ese momento.
-¿Por qué no te dedicas a otra cosa, Catilina? No sé, estoy por darte ideas.
Monta un Kiosko, es un proyecto con mucho futuro. Podrás vender hojas donde digan a las personas cómo se tienen que comportar, cómo se tienen que vestir, cómo se tienen que masturbar. Para cuenta que la masturbación es un gran avance en casos como el tuyo. Yo, porque me pilla un poco falto de dinero, que, si no, te proponía ser socios.
¿Que no te gusta? ¡Haz deporte! Apúntate al ciclismo y échate otra pareja, podrías competir en tándem, bañarte en nitroglicerina mezclada con queroseno, bombear polvos de talco cultivados en selvas recónditas. El deporte es sano, la compañía es sana, las drogas son sanas. Yo, porque me pilla un poco moralista, que, si no, te proponía ser tu representante.
Y si todo esto se te queda corto o algo se te queda largo, cambia tu nombre y quítale también el punto a alguna “i”. Hazte grande, deja lo chino, conviértete en una musa rusa. ¿Un poco radical? Pero, ¿qué hay de imposible para ti, querido amigo? Yo, porque me pilla un poco emparejado, que, si no, te invitaba a unas mirindas.
Que sí, que todos sabemos lo aburrida que es la Tere, que por su aburrimiento estás como estás y nosotros estamos como estamos. Si no nos lo tienes que repetir, que ya nos conocemos, y la conocías y conocías su apodo antes de juntarte con ella. Hazte escritor, créale nuevos apodos: Chachitere, Molatere, Adlátere. Igual cambia, igual cambias. Yo, porque me pilla un poco analfabeto, que, si no, te hacía de coguionista.
Tú siempre has sido muy de tus movidas, tus proyectos. Reconoce que, en estos años, te has montado unas películas finas. Pues aprovecha tu imaginación, invéntate otras, pero paténtalas. Patenta un desarrollador de rollos, un desenrollador de rollos, patenta un dispensador de tranquilizantes para aguantar los rollos de otras personas que te enrollan con sus rollos. Yo, porque me pilla un poco mareado con tantas vueltas, que, si no, te desarrollaba la idea.
¿Tampoco te parece bien? Chico, yo ya no sé, no sé qué decirte. No te vale nada de lo que te propongo, nada te parece bien. ¿Por qué, en vez de darnos la tabarra a nosotros, no recurres a tu familia nostra? Ve a casa de tu padrino y dile que necesitas una cabeza de caballo, que la tuya ya no aguanta más, que estás al límite, y has pensado que quieres cabalgar las sábanas como un pura sangre. Yo, porque me pilla un poco alérgico a los seres vivos, que, si no, te llevaba a un zoo.
Cicerón estaba hablando en ese momento:
-Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?
Pero Catilina seguía a lo suyo.