La indefinición es beneficiosa por el simple hecho de no obligarte a cerrar oportunidades que puedas tomar. Hoy en día estamos anquilosados en viejas estructuras que nos hacen sentir esto o lo otro, atenazando nuestra libertad en andamiajes creados para edificar personas del pasado. Y, nos pongamos como nos pongamos, ya no es válido. Eso está acabado, muerto, extinto, fosilizado en viejas colecciones de museos geológicos. Las ideas antiguas y gastadas no nos permiten explorar todo aquello que podemos llegar a ser, sumiéndonos en continuos dolores espirituales por contemplar absortos una realidad que no es la nuestra.
Porfiamos en el error de creernos lo que muchos han dicho en el pasado cuando ese pasado ya no representa lo que a día de hoy somos. ¿Tuvieron los mismos miedos que nosotros? ¿Fueron presa de los mismos deseos que nosotros? Necesitamos escribir un nuevo lenguaje que nos permita saber cómo hablamos con nosotros mismos y con los demás, necesitamos descubrir una nueva forma de vida que nos lleve más allá de lo que se ha repetido en el pasado porque nosotros, ahora, somos distintos, diferentes, únicos, sin ningún tipo de posible nexo con aquellos que han cargado con los mismos genes corpóreos y etéreos que nosotros padecemos en nosotros. Porque del melón que nos llevamos a la boca, lo mejor que se puede decir es que no queda claro si sabe a manzana o a pera.