Vuela cayendo por el cielo como un cometa, dorando el azul con el sol impactando en su fuselaje. En el firmamento escribe su vida con piruetas que siguen su destino, visitando los astros que nacen en el horizonte, sin marcarse ningún rumbo salvo aquel que sigue en las corrientes del alma del cosmos.
Centellea al traspasar un agujero negro y cruzar su horizonte de sucesos, deflactando su materia en estados de energía, emitiendo un arcobaleno en todas las frecuencias del espectro de sus deseos. Se expanden sus ondas hasta calmarse en las playas que surgen de un valle, sentado bajo un sol de invierno que navega en un mar de nadie.