Se ufanaba:
-Como yo no hay nadie.
Hablaba y hablaba de sus grandes historias, de sus grandes hazañas.
En una pequeña garita perdida de una frontera lejana cualquiera.
-Pues hice esto, que es un gran esto, y no hay duda en esto. No todos pueden conseguir ese esto tan esto como el esto que conseguí yo.
Se relamía cada una de las circunvoluciones de su cerebro, saboreando la dulzura de sus propias e inigualables ideas.
En una maldita garita perdida de una frontera desierta cualquiera.
Y hablaba y hablaba.
Sellando los documentos.
Y le hablaba y le hablaba.
Devolviendo los documentos.
Y seguía hablando a nadie cuando él cruzó la lejana frontera cualquiera y dejó atrás para siempre la maldita garita pequeña.