Elefantes rodantes de metal avanzan hacia él mientras, en su cerebro, se activan las señales eléctricas de una advertencia:
–Si una manada de elefantes furiosos se cruzan en tu camino, apártate.
Los elefantes continúan avanzando, rodando inmensas moles de metal grisáceo, estriados en negro por las juntas de unión de los distintos miedos que los han creado.
Están a punto de chocar contra él, con un ruido ensordecedor en su entorno, con un peso que aplastará cualquier vana resistencia.
Los elefantes continúan y continúan rodando ladera abajo sin haber golpeado nada, sin haber destruido nada; han pasado entre él convertido en una boira que nada contiene.